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Empiezo a estar cansado ya. No lo voy a negar, las cosas no están resultando como yo quería. Me he dado cuenta de que evadirse de algo no soluciona el problema, aunque cuando crees que esa es la solución. Quizás el problema no sea el entorno, quizás sea yo. Quizás tengo que empezar a bajarme de la nube, a dejar de creer en cuentos de hadas, a saber que la historia ya término, a la fuerza antes de hora, a dejar de creer que se puede cambiar el destino... Quizás tenga que empezar a agradecer la vida, a disfrutar del suelo que piso y de la gente que me rodea y a la que involuntariamente hago daño. Ya no somos niños que podemos creer todavía en hadas y príncipes azules, en que la vida es perfecta y la felicidad puede colmarlo todo. No nos engañemos, la realidad es otra. Y hasta que no lo asuma seguiré hundido en este pozo de ilusiones en el que solo veo en lo alto nubes de apatía.
Pellizquenme por favor, ya no quiero vivir más en ese sueño. Es hora de madurar y empezar a andar por el camino esperando algún día encontrar algo que vuelva a encender la mecha de la alegría y la esperanza. Y si no es así, al menos andar tanto que el cansancio me coja desprevenido y me hunda en el más eterno de los sueños